miércoles, 26 de noviembre de 2014

Problemas derivados del DCA (II): Control motor

Las lesiones en las regiones frontales y parietales de los hemisferios cerebrales, así como las lesiones en el tronco cerebral, suelen provocar debilidad en la parte del cuerpo contraria a la del hemisferio cerebral lesionado. Así, son frecuentes las hemiplejias (parálisis de la mitad del cuerpo) y las hemiparesias (pérdida de fuerza y destreza en la mitad del cuerpo).


Otro problema físico importante es la espasticidad, consecuencia de la aparición de un tono muscular anormalmente elevado en algunos grupos musculares. Generalmente se observa este fenómeno en aquellos miembros que están también afectados por la pérdida de fuerza, lo que da lugar a que dichos miembros adopten posturas anómalas que, a la larga, serán origen de dolor y discapacidad añadida. Algunos de los patrones más comunes son la garra palmar (la mano queda completamente cerrada siendo difícil su apertura), la flexión de codo o de rodilla y el pie equinovaro (pie en punta y con la planta girada hacia dentro). La afectación de la rodilla y del provoca deformidades que impedirán en última instancia colocar a la persona en de pie.

En el caso de las hemorragias de aneurismas de la región anterior del cerebro se producen cuadros de parálisis de miembros inferiores con conservación de la movilidad en las extremidades superiores. La falta de movilidad en los miembros condiciona pérdida de habilidades muy importantes, y genera un alto nivel de discapacidad. En casos muy severos puede verse comprometida la capacidad de mantener el control sobre los movimientos de la cabeza, la de mantenerse sentado sin apoyos, la de ponerse de pie sin ayuda o la de deambular.

Las consecuencias más frecuentes de estas limitaciones motoras son la necesidad de utilizar una silla de ruedas para los desplazamientos, o la necesidad de realizar muchas actividades con una sola mano, lo que en ocasiones obliga a entrenar un cambio de dominancia manual.

Un caso especial de trastorno del control motor es el que afecta a la deglución, es decir, a los movimientos habitualmente automáticos que nos permiten tragar alimentos sólidos o líquidos. Esta dificultad para tragar se denomina disfagia y en ocasiones interfiere con una adecuada nutrición e hidratación de la persona con DCA, por lo que se precisa recurrir a vías alternativas de alimentación a través de sondas nasogástricas y de gastrostomías (acceso directo al estómago desde el abdomen). La dificultad para tragar suele ser mayor para las consistencias líquidas y los volúmenes grandes.


Otro caso particular lo constituyen los trastornos en el control de esfínteres. Se presentan en diversos grados de severidad, desde la simple urgencia miccional hasta la doble incontinencia diurna y nocturna.

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